Recibe y realiza llamados todo el tiempo, y cada vez aclara que no puede hablar mucho porque va parada en el ómnibus, cual descripción de alguna clase de infame tortura medieval.
Es flaca y joven, y habla con un acento de nena malcriada que se me hace insoportable. Viene planeando su fiesta de casamiento, lo que al parecer es un estrés terrible (y en eso no la culpo, porque ya pasé por eso, aunque en mi caso fue para 80 personas y en el de ella para 320). No conoce el concepto de hablar bajo, y además acaba de sentarse a mi lado y me viene aturdiendo de cerca.
Que los combos, que dónde va la mesa de los bombones, que cuánto sale el salón, que las luces en la pared y en el pasillo, que dónde va la torta, cuál va a ser la ubicación del fotógrafo, cuántas mesas de doce van a precisar...
Razones para no solo no casarme de nuevo sino no planear una fiesta más en el resto de mi vida.
Espero que Peluffo no me la haga difícil en ese sentido. Y si no que ponga una wedding planner.
He dicho.
El Intercambiador Belloni tiene un reloj con la hora de salida de cada ómnibus. Como diría Susanita: ¡te juro que lo miro y me agarra como un status!!
8 horas (reloj) tomando examen en un liceo sin cantina. 8. Si alguien me sale hoy con la consabida frase de los 3 meses de vacaciones va a recibir un gruñido, un insulto gestual o un discurso de 40 minutos. No digan que no avisé.
Entro a facebook y leo:
"Llegó el calor, los paseos y con él el momento de poner más hermosas aún a tus mascotas con toda nuestra línea de Cosmética!!!!"
Y yo que pensaba que el calor y los paseos eran el momento de dejarse llevar por la naturaleza, no maquillarse y vestirse casi de pordiosero.
Evidentemente, no llego al nivel mascota.
El chasco Kusturica
* Iba a ser en el Teatro de Verano.
* Parece que no vendieron las entradas que esperaban.
* Fue en Mdeo Music Box.
* Por el tema de la diferencia en el precio de las entradas hicieron unos vallados ridículos que dividían en sectores el ya de por sí magro espacio de MMB.
* Poco aire. Todo el mundo amontonado. Piel contra piel en el calor de diciembre, con pieles que uno no habría elegido, caso de querer un contacto cercano del tercer tipo.
* Era a las 9. Empezó 9.24.
* El sonido, maso.
* Kusturica y el violinista, demasiado agitadores. TODO el tiempo pidiendo palmas, manos arriba, gritos... vaaamos!
* Hicieron subir a mucha gente en un tema, a los que plantearon coreografías, bailes, lagartijas y hasta un trencito onda carnaval carioca. Y a una chica: bailes reiterados con el violinista. Y a dos chicas: que sostuvieran una especie de arco de violín gigante para que se lucieran violín y guitarra. TOQUEN, carajo, basta de Showmatch.
* No hicieron los temas de Underground que yo esperaba. Si alguno de Gato blanco gato negro y Tiempo de gitanos.
* A las 10.50 se fueron. El bis fue de UN tema, repetido, uno sobre la cerveza, en español. A las 11 chau chau adiós todo el mundo, a buscar aire y espacio.
Es cierto, son buenos artistas, y lo que hicieron a nivel musical se disfrutó, pero el ambiente (por el calor, el poco aire, el nulo espacio) no ayudó para nada. Vi gente irse ya desde el primer tema. Mi amiga se fue a la media hora y a los diez minutos la siguió otro de mi grupo; quedamos dos, tal vez por ver si la cosa repuntaba y se hacía inolvidable. Pero no. No fue. En fin. No fue.
"Solo una cosa no hay: es el olvido", decía el viejo Borges, y yo humildemente coincido en la certeza. No puedo, no logro, no consigo olvidar. Algunas veces parece que sí, y pasa un día entero sin que las imágenes temidas aparezcan ante mi conciencia, pero sé que todo es inútil.
Estás ahí, lo sé.
Estás ahí, al acecho.
Cómo olvidarte si te veo en el borde del felpudo, subiendo la escalera o entre la comida de mis gatas. Ya te salvé de morir ahogada ayer, araña gigantesca de seis centímetros de diámetro (con patas), no lo olvides. Estabas flotando, atrapada en el recipiente del agua de las gatas y fui yo (¡yo!) quien arrastró el viejo taper de Crufi hasta la puerta y lo volcó en el patio para liberarte. Sí, lo empujé con una escoba, es cierto, pero es que empezaste a moverte y mis manos se negaron a cooperar directamente.
Hagamos un trato, araña. O te vas a vivir al jardín o te escondés para siempre debajo del sillón, pero no quieras vivir conmigo. No hay lugar para una tercera mascota, punto.
Ah, y decile a tu amiguita, la chiquita esa que hizo una preciosa tela en la cuerda de la ropa, que si puede vaya desalojando el área, que el fin de semana pinta soleado y voy a andar necesitando el tendedero.
A ver si nos entendemos: ya no es mágico el mundo, tarántula de seis centímetros con todo y patas: mi casa tù y tus amigos me han copado. Ya no seré feliz, tal vez no importa. Ya no quiero compartir con ustedes la clara luna ni los lentos jardines, hoy solo tengo la fiel memoria y los fóbicos días.
Aunque también tengo un Raid.
Te aviso, nomás.
Tengo un Raid.
Ojo al piojo.
Ta. Listo.
No solo empezamos la temporada de arañas por todos lados y mosquitos de vez en cuando: ahora resulta que también dejamos inaugurada la época de abejas que se meten en la cocina.
Esto es culpa de Bonomi.
Lo bueno de vivir en mi barrio es que resulta virtualmente imposible pasarse de la parada por más concentrado en el celular que se venga. La cuadra de la Cutcsa, 8 de octubre y Habana, huele tan fuerte a caño desde tiempos inmemoriales que los de la zona ya lo tenemos integrado como parte del paisaje . Es una cuadra, solo una, y SIEMPRE huele mal.
Y este ha sido el episodio sabatino de la fascinante saga: Misterios de la Curva.
No se pierda los próximos capítulos, a esta hora, por este mismo canal.
Los años del liceo 30 dieron para todo... Incluso para participar en virtuales secuestros y a la vez colaborar con la investigación de los hechos. :)
Esta fue solo una de las múltiples formas de interacción no tradicional entre adolescentes y adultos en una institución que se permitió el juego, que se dio permiso para hacer opcionales los sábados, que propició la asistencia de los ex alumnos bajo la forma de líderes, que editó revistas, que hizo representaciones teatrales, que se abrió a la comunidad, que creyó en los gurises y en sus docentes, todo sin perder un ápice de nivel académico o de mutuo respeto entre las personas. Personas. Personas.
La historia de Tablón es solo una anécdota emergente de la experiencia del 30 (que también, como el IAVA, es mi ex liceo como estudiante). Una de tantas.
http://www.ces.edu.uy/index.php/blog/20661-tablon-entre-el-amor-y-los-secuestradores-mariela-rodriguez
http://www.elpais.com.uy/informacion/ultima-esclava-frontera-hijo-musico.html
La esclava de la que habla la nota, Nemesia, era hija de padres que trabajaban para el Comendador Correa...
¿Se acuerdan de la herencia de los Correa?
Mi abuela Bahia había nacido en 1904. Nunca fue esclava, pero andá a saber hasta qué punto llegó a ser libre, mujer pobre con esposo ídem y doce bocas doce para alimentar.
Cuando ya era muy viejita, es decir durante mi niñez, Montevideo fue inflamada por el virus de la herencia de los Correa. Se hablaba de sumas astronómicas de dinero que andaban boyando por ahí sin dueño legalmente asignado aún, y hubo un montón de chantas que lucraron engatusando a la gente para depositar dinero en investigaciones y litigios varios. Mi abuela no puso un peso, porque no tenía, pero sus hijos sí, y yo recuerdo a mis tíos pasar las horas de los domingos sentados en los troncos del frente de la casa familiar, comentando los vaivenes de la famosa herencia y calculando qué hacer cuando el dinero empezara a venir a carradas.
Todos éramos muy ilusos en aquellos tiempos.
Yo, por ejemplo, creía firmemente que la esclavitud ya no existía en el mundo, que los abogados eran gente seria y que mi abuela era inmortal.
Después crecí.
_ Boluda, ¿y mañana qué hacemos en la media hora, pedimos pizza de nuevo?
_ Y sí, boluda. Yo llego a mi casa como a las diez, no me voy a poner a cocinar.
(dos chicas con pinta de estar saliendo de algún local de venta de ropa)
...
_ Estoy esperando que esa mujer me ponga una nota, una hermosa nota. Y si no, no sé qué hago, porque la verdad es que la cabeza no me da para más, ¡no-me-da!
(veterana charlando con amiga ídem)
...
Vamos a caminar tres días, y al cuarto empezamos a correr, ¿te parece?
_ Ta. ¿Y hoy cuenta?
_ No, empezamos a contar a partir de mañana.
_ Ta.
(voces femeninas a mis espaldas)
...
_ Vo... ¡la verdad que me saco el sombrero por esa veterana!
(péndex ciclista a su amigo, hablando de una chica muy linda de unos treinta y algo, que caminaba delante de mí y cantaba canciones a todo pulmón)
...
Las intersecciones cotidianas son como ventanas que solo se abren por un par de segundos ante el oído puesto en modo atención dispersa.
_ Hola, squí estamos, esto somos, chau, nos fuimos.
Microhistorias. Esbozos de futuros personajes. Collage de cabecitas y de sonidos que nos bombardean de modo amable pero ineludible en cada caminata por la rambla.
Y seguimos adelante, mientras somos esquivados por corredores, ciclistas, patinadores y perros con correíta.
...
Me pregunto hasta qué punto alguna de esas voces tal vez me represente. No, no voy a comer pizza mañana, ni a esperar por una hermosa nota ni a empezar a correr de acá a tres días, aunque si un péndex se saca el sombrero por mí no me voy a sentir para nada ofendida. Es más: probablemente solo siga caminando, pero empiece a cantar canciones a todo pulmón, como hacemos las veteranas de treinta y algo cuando estamos contentas.
Buenas noches.