A las diez menos cuarto de la mañana la feria de Tristán Narvaja está casi despertando. Hay puestos a medio desempacar, una señora de verdad camina abrazada a otra de plástico y las librerías de Paysandú van convirtiendo en prolijas filas los cientos de libros que sacaron así nomás de sus cajas.
_ Y yo veo que los argentinos hablan bien de Lacalle -dice un feriante a otro- pero eso es porque no lo tienen cerca.
_ Ese libro es una ganga- me quiere convencer el vendedor cuando ve que lo abro y reviso discretamente.
_ Sí, está bien, pero quería confirmar que la letra no es muy chiquita, o me complica.
_ Ah, a mi abuela les pasa lo mismo…
_ !!!!!!!
Compro libros, pizza, condimentos, miel y capuchinos. Charlo un buen rato sobre cuchillos con un veterano vendedor, pero como no tiene de los antiguos Elmo no le compro ("son siempre los más buscados..."). Camino cuadras y cuadras canturreando para mis adentros una canción inventada que solo tiene dos palabras: "crassula capitella", porque no me quiero olvidar del nombre de una de mis suculentas que acabo de ver en la parte de las plantas. Como me quedo sin efectivo me pongo en una fila para retirar del cajero que parece interminable, pero no: casi todos estaban para jugar al cinco de oro. En el callejón de la Universidad hay una fiesta en forma de feria feminista, y por 18 tiene lugar otra fiesta, llena de banderas rojo, azul y blanco (mi voto es!
).

Qué privilegio del destino, vivir en esta ciudad y (a veces) darnos cuenta. ![🙂]()

Obra sabatina en 3 actos
Primer acto: Yo, hace veinte minutos:
_ Voy a sacar unas suculentas de abajo del techito de la cocina, para que reciban un poquito de lluvia.
Segundo acto: Yo, hace cinco minutos:
_ ¡Aaaaah, se me ahogan las suculentas, tengo que sacarlas del diluvio!!!
Tercer acto: Yo, ahora, toda empapada:
_ ¡Atchís!
Fin.
Veo carteles de personas desaparecidas y me pregunto: ¿y si se quiso ir? No digo si son menores, si tienen problemas psiquiátricos o condiciones especiales. Cuando alguien "desaparece" entiendo la incertidumbre, el dolor, que puede haber sido secuestrada/o, pero en una de esas la persona está escapando de un escenario de violencia, no sé. Cómo saberlo.
Ayer vi carteles buscando a un muchacho que se fue dejando una carta de despedida, y hoy leo en la publicación de Uruguayos Ausentes que lo encontraron. Todos los comentarios a partir de la noticia son de alegría, de alivio, con mensajes religiosos y muchos deseos de que todo le salga bien. Bárbaro, somos un pueblo amoroso y preocupado por el prójimo. Ahora, cuando quien aparece es una chica que estaba siendo buscada, muy distinto es el temor de las repercusiones. Se la acusa de cualquier cosa, son todas iguales, solo saben irse atrás de un tipo, dónde estaba la madre que no la cuidó, etc.
Nada, estimados. Cierto cansancio existencial motivado por la estrechez de miras habitual, combinada con un machismo estructural del que no está siendo fácil desprenderse.
Y ahora que ya hice catarsis voy a tomar un capuchino, a ver si me endulzo un poco. 😊
Buenos días.
Por esas cosas raras que una tiene se me ocurre escuchar en directo el discurso del presidente argentino al parlamento. Iba a empezar a las nueve pero se adelantó diez minutos, porque se ve que la ansiedad lo devora. Por ahora dice las cosas obvias: es todo culpa de los anteriores, estamos haciendo todo bien, bla bla bla, pero de vez en cuando mete términos económicos de esos que solo entienden él y tres más, al estilo de: "pedirles que computen una función de crecimiento geométrico es un oxímoron para aquellos que no la ven", “números que cuadraban de modo perfecto con el sobrante monetario y el potencial de emisión de los pasivos remunerados en el VCRA". Más alejado de la gente, imposible. No le importan las personas, solo los números fríos. También hace citas de la Biblia y habla de políticos hoy ensobrados en los medios públicos (pero: quién maneja a los medios públicos en su gobierno?).
Mientras tanto de vez en cuando me distraigo leyendo el chat del medio por el que lo estoy viendo: alguien comenta que la vice está re fuerte y que va a ver si pintándose un bigotito le da corte.
En medio del discurso aparece el gato, se interpone entre la pantalla y yo y empieza a lamerme el brazo con la aspereza propia de su lengua felina: si su objetivo era limpiarme un poco la cabeza saliendo de este discurso, debo decir que lo logra.
Qué tristeza lo que pasa en la vereda de enfrente, qué tristeza. Ojalá me equivoque (pero no la veo).
Mis otros cohabitantes
¿Ustedes con quiénes viven? Sin ser personas ni mascotas, ¿conocen a otros seres de su casa? Yo hoy tuve encuentros con varios, de ninguno de los cuales tenía noticias. La mitad salió bien parada del encuentro y el resto... suerte en la otra vida. Y no me refiero a las hormigas, con quienes mantengo batallas diarias por la comida de los gatos.
Primero, un aedes aegipti osó posarse sobre mi brazo y le pegué un cachetazo (aunque no vi el cadáver, así que aún no canto victoria). Después un mangangá quiso colarse a la cocina (el gordo me cae re bien, pero no lo dejé). Una mosca gigante sí entró (y la saqué por la ventana). Decenas de gusanitos pequeños aparecieron al levantar una maceta (sospecho que son termitas; más allá de haberlos rociado con veneno creo que se impone una consulta con quien sepa de estos temas). Una cosa con forma de araña andaba en mi dormitorio, medio lenta: la saqué con la pala de la basura hasta el jardín del frente. Beige, de unos siete cm de diámetro con todo y patas. No sé de dónde salió. Una lombriz bastante grande de repente apareció a los coletazos en una bolsa que tengo cerrada con tierra en el galpón. Pobre bicho, me imaginé que su nula vida social ya la tendría aburrida, así que la puse en el jardín del fondo (cinco segundos después había desaparecido). Todo esto supervisado por la gata de al lado, que además de recorrer y revisar todo el galpón se quedó largo rato olfateando una zona de macetas, como si otro bicho raro se agazapara entre ellas (pero no lo vi).
Pequeñas delicias de la vida en casa suburbana, estimados. Cosas que una solamente ve cuando está de vacaciones. Y ahora, con su permiso, voy a ver si encuentro al pequeño demonio de patas blancas y negras al que no estoy segura de haber liquidado. Espero que no haya invitado a sus amigos: son los únicos de mis cohabitantes que de verdad me dan miedo.
Sé que es una falsa alarma, pero este viernes nublado parece un anuncio del otoño que se nos viene. Se está yendo el verano. Se fueron las vacaciones. Se fueron muchas malezas de mi fondo, porque pintó jornada de jardinería. Hubo que limpiar, retirar hojas secas, ramas que invadían espacios y flores marchitas que no terminaban de caerse. En algunos casos tuve que ponerme guantes, porque las plantas espinosas no reconocen a sus cuidadores. Cambié a algunas de maceta, les di espacio a las oprimidas, sigo tratando de rescatar a unas cuantas y de combinar de la mejor manera los espacios del sol y de la sombra.
Me siento un poco Chance, el protagonista de "Desde el jardín": cada cosa que escribo me resuena con doble significación en la cabeza. Será que es primero de marzo y en un año más tendremos cambios (muchos cambios). Habrá que seguir trabajando amorosamente por la vida, cuidando a quienes nos rodean y sembrando flores en todos los espacios.
Nunca nos fuimos, por suerte.
Y vamos a volver.