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Channel: Hojas de Arbolito
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Junio 2019

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"Vos contás toda tu vida en las redes", comentó una vez un amigo, y otro, a la vuelta de un viaje que hice, me dijo que yo había hecho tanta crónica que ahora no iba a tener nada nuevo que decir de lo que me había pasado.
Es muy interesante esto de creer que conocemos a alguien basándonos en lo que decide poner en palabras. No dudo que conozcamos sobre su vida diaria, su trabajo o sus gustos, pero "¿y el animal?". El animal capaz que no se muestra, vieron, porque de pronto una no quiere andar desparramando intimidades a manos llenas, aunque parezca lo contrario. Ojo que este no es un post enigmático; detesto las indirectas y los únicos enigmas que me gustan son los de "encuentre al gato". Es solo una mínima reflexión de sábado de mañana. Acá no va a haber historias de parejas, discusiones con amigos o problemas laborales; de eso ya hay bastante por otros lados, y lo mío (en este muro) es la crónica costumbrista.
Había pensado escribir algo sobre la charla de ayer de Sacheri, sobre mi ser agotado reptando por los laberínticos corredores del Costa Urbana y sobre una Feria del Libro sin libros, pero el cerebro tiene su propio GPS y te lleva por donde se le canta (Sacheri-cansancio-viernes eternos-replanteo de horas de trabajo-tiempo de bajar la pelota-Carpe Diem, esas cosas). En este momento, me lleva al final de la jornada, antes de llegar a mi casa.
Estaba por bajarme del penúltimo ómnibus del día; el 77 venía casi vacío. Solo una pareja en los asientos del fondo, y eso que recién iba por la mitad del recorrido.
_ ¿Seguís dando clases de Literatura?- escucho la voz del chofer, un flaco alto de unos 30 años.
Esta escena ya la he vivido, me digo. Ahora viene el saludo. Apelación a la mala memoria. Apellido. Posible liceo. "Me acuerdo que..."
_ Me acuerdo que con voz dimos dos de los textos más lindos que he leído en la vida: El Romance del Enamorado y la Muerte y La maldición de Malinche.
El cerebro se activa al máximo de la escasa capacidad de respuesta de un viernes tras 15 horas fuera de la recarga de batería vulgo casa. Yo nunca di La maldición de Malinche. ¿O sí? Capaz que algún año cuando di Zitarrosa la pasé como complemento. Vaya una a saber, pero el pibe se la acuerda.
_ Y también que siempre nos decías "gurises, estudien, que este es el momento..."¡Qué razón tenías!
Jamás les diría "gurises", pienso, pero no lo digo. Capaz que les dije algo de eso, capaz que no. De repente era la idea, aunque no tengo memoria de haberla especificado como consejo, porque entre otras cosas trato de evitar el rol de consejero así, directo, onda "yo sé lo que te conviene".
_ Y vos, ¿estudiaste?- le pregunto, y me dice que sí, que abandonó al momento de casarse y tener hijos ("tengo dos gurises"), pero que ahora hace Auxiliar de Enfermería y quiere terminar el liceo para ser profesor de Historia. Le comento que hay muchas vías, que no deje de averiguar, que puede hacerlo en menos tiempo o por tutorías, y él promete que lo hará.
_ Te quiero agradecer, porque siempre fuiste buena gente conmigo- me dice cuando ya está abierta la puerta en mi parada. Le digo que gracias, que me acaba de iluminar el día, y es verdad.
Vuelvo a casa contenta, y en el camino paro en el bar de mi barrio a comprar una muzarella con roquefort.
Para que vean que una no es perfecta, digo. 

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